
Ahora que ya logramos reconocer al diestro mancebo de la viola, esta historia que les va a cambiar el color de los calzones:
Es súper conocido que la década de los ochentas fueron diez años a puro sexo, drogas y rock n’ roll; una pasti por acá, sífilis por allá, evacuo mis tripas en la vía pública, pulverizo la goma delantera de la bici playera y me la aspiro. Y cosas así, travesuras inofensivas. Entonces, entre todo este jolgorio de psicofármacos, se encuentra nuestro personaje en plena partuza con unas modelitos de Pancho Doto, cuando de repente viene el príncipe Carlos con un bidón de gasolina, aduciendo que el Poxipol pega más si te tomas un litro de súper antes, con lo que hubo ingesta desproporcionada del producto en cuestión. Luego de que Liz Solari quedase inerte en plena competición de fondo blanco de nafta súper, a Slash le acaece la buena idea fumarse un cigarrillo, produciendo casi instantáneamente una pira con su cabeza, y chamuscando uno por uno sus enrulados cabellos y aniquilando toda posibilidad de un recrecimiento de pelo.
Y así peladito como estaba, fue a la tienda de pelucas y se compró la virulana negra que hoy tanto amamos.
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