viernes, 17 de septiembre de 2010

Kill Your Idols

¿Reconocen a aquel muchachito de la picture? No, no es Ricardito Alfonsín cuando era joven, negro y drogadicto. Estamos hablando de uno de los más excelsos guitarristas de las últimas dos décadas. Algunos quizás lo reconozcamos por el tatú cabeza que porta en pleno brazo derecho, tapando el viejo escudito de Barracas Central; otros quizás recuerden la BC Rich, esa extravagante y horrible guitarra que, vaya uno a saber por qué, le quedaba requetecanchera. Requete. Entonces, ocurre que hay gente que todavía está mirando la fotito con un hilo de baba que le llega hasta el teclado, cuestionándose “¿no es Miguel Abuelo vestido de trava?” Y yo les recomendaría que guiasen sus ojos hacia el sector más lanudo de la fotografía. Ah, claro si me está hablando de Slash, cómo no me di cuenta, tengo que dejar de chupar el mercurio de los termómetros. Y sí, querido, respondería yo.
Ahora que ya logramos reconocer al diestro mancebo de la viola, esta historia que les va a cambiar el color de los calzones:
Es súper conocido que la década de los ochentas fueron diez años a puro sexo, drogas y rock n’ roll; una pasti por acá, sífilis por allá, evacuo mis tripas en la vía pública, pulverizo la goma delantera de la bici playera y me la aspiro. Y cosas así, travesuras inofensivas. Entonces, entre todo este jolgorio de psicofármacos, se encuentra nuestro personaje en plena partuza con unas modelitos de Pancho Doto, cuando de repente viene el príncipe Carlos con un bidón de gasolina, aduciendo que el Poxipol pega más si te tomas un litro de súper antes, con lo que hubo ingesta desproporcionada del producto en cuestión. Luego de que Liz Solari quedase inerte en plena competición de fondo blanco de nafta súper, a Slash le acaece la buena idea fumarse un cigarrillo, produciendo casi instantáneamente una pira con su cabeza, y chamuscando uno por uno sus enrulados cabellos y aniquilando toda posibilidad de un recrecimiento de pelo.
Y así peladito como estaba, fue a la tienda de pelucas y se compró la virulana negra que hoy tanto amamos.

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