miércoles, 22 de septiembre de 2010

Crónica de ese tibio calor, lindo calor

Plomizas hebras, como un alambre adamantino, se ciñen bien, bien fuerte en la oscuridad, para acabar flotando sobre una marea calma, como algas, como algas del pasado; soltándose paulatinamente como si una cara finísima soplase suaves burbujas, pompas, pacíficas y peluditas pompas de aire, a medio metro de profundidad, con un cuerpo relajado y resbaloso y que también es suave, como las burbujas/pompas; con la luz que entra a través de las algas y choca en los cristales de oxígeno, que explota en un arcoíris; con las risas salpicando de adentro hacia fuera.
Había que pensarlo, querida nunfias (porque no existís sola); estabas ahí o acá, bailando alrededor de mi cabeza, colgada de mis sucios pelos y mis sucias barbas, descargando todo tu amor y bailando, con mi olor de sábado a la tarde, a la tardecita, bajo un sol pálido, de primavera y abrigo bien ligero.
Había que pensarlo.

Habría que pensarlo.

Mientras tanto, busco un frasquito más. Me voy al lago. Algo me dice que ya están soplando.

Joan

No hay comentarios:

Publicar un comentario