Tirada, hecha un asco, desnuda, sobre la madera todavía fría. Juro que me dieron ganas de mearte encima. Pero pensé que no hacía falta. En vez de eso, me agaché a tu lado y olí despacito cómo se descomponía tu piel. Aparte, era un toque menos asqueroso.
Joan
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario